“Hasta entonces no existían en una misma película hombres lobos y vampiros. Es a mi marido a quien se le ocurrió. Ahora parece una ridiculez, porque aparecen casi en cada película juntos, pero en su momento sí que fue original y novedoso”, explica Beckinsale cuando se le pregunta qué es lo que aporta Underworld al universo de las películas de vampiros. La saga, que va ya por la cuarta entrega y que no tiene visos de un final ni a corto ni a largo plazo, se centra en la lucha ancestral entre chupasangres y licántropos en un mundo oscuro muy al estilo Matrix donde el cuero y las armas están más a la orden del día que los bocados a la yugular.
En realidad, poco o nada tiene que ver Underworld y Crepúsculo. Como la propia Beckinsale relata, la franquicia que ella protagoniza es “la versión” adulta de las películas de vampiros mientras que la de Kristen Stewart y Robert Pattinson es más para adolescentes. Cada una tiene su hueco en el género porque van dirigidas a públicos totalmente distintos y su puesta en escena son como el día y la noche. Otra cosa es lo que pensaría Bram Stoker del tema y si realmente estaría de acuerdo con alguna de las versiones. Leyendo su Drácula, lo más fácil es pensar que renegaría de las dos.
Sobre porqué gustan tanto este tipo de historias, no sabe señalar una razón concreta. “A mí me atrajo pensar en esta combinación de vampiros y hombres lobos. Me resulta muy atractiva y, aunque no comprendo el éxito del todo, parece que ahora es como una obligación, que van siempre juntos”, explica. Además, están “la fantasía y elementos como el amor prohibido”, algo que comparten.
Volver a retomar el papel de Selene después de unos años de ausencia ha sido una mezcla de familiaridad y extrañeza para Beckinsale, que esta vez no estaba a las órdenes de su marido, Len Wiseman, sino de la dupla formada por Mars Marlind y Bjorn Stein. Lo de trabajar con dos directores al mismo tiempo más que un problema de bicefalia fue todo un lujo. La actriz cuenta que se alternaban los días de trabajo y que de esta manera cuando se ponían manos a la obra estaban mucho más frescos y descansados.
Maternidad y mucha más acción para revitalizar la saga
La historia se centra en el amor prohibido entre el híbrido Michael (mitad vampiro mitad licántropo) y la guerrera vampiro Selene. La historia retoma los hechos donde quedaron en la segunda entrega –la tercera fue en realidad una precuela–. En la última tanto hombres lobo como vampiros han dejado de ser unos desconocidos para los humanos, que les han dado caza en busca de su exterminio. Solo unos pocos especímenes, entre ellos Selene y su hija, han sobrevivido como ratas de laboratorio o en la clandestinidad más absoluta.
Una de las novedades introducidas es el hecho de que su fría protagonista conozca lo que es la maternidad. Congelada durante más de una década, al despertarse se encuentra con la sorpresa de que tiene una hija preadolescente de la que no sabe nada. Le cuesta reaccionar y asumir que debe cuidar de ella, aunque el instinto le aflora pronto. La ternura tarda más en aparecer. Algo que ayudó mucho a su personaje fue el hecho de que Beckinsale sea madre dura de la pantalla de una niña.
De hecho, su hija siempre ha sido decisiva a la hora de escoger los papeles. “Hasta que tuvo 11 años me la podía llevar a todas partes y no le importaba cambiar de colegio”, explica. Después la cosa se complicó y tuvo que rechazar muchos trabajos para no renunciar a pasar tiempo con su hija. Ahora, ambas llevan mejor lo de estar separadas unos días y eso le ha dado a Beckinsale la posibilidad de rodar Underworld 4 y también Contraband, que se estrenará dentro de pocas semanas en España.
La otra gran apuesta de la saga para revitalizarse y que el público no se canse de ella ha sido explotar al máximo la acción. Hora y media de continuas peleas y luchas sin un respiro para sus protagonistas. Algunas de las escenas exigen un estado de forma excepcional, pero eso no asustó a Beckinsale. “Todos los actores intentamos hacer lo más posible, pero también tenemos dobles y especialistas” asegura. Es más, bromea con lo patosa que era la primera vez que interpretó a Selene y como con los años le ha pillado el truco. “En la primera entrega me sentía inútil porque no podía hacer lo más básico. Corría como una niña”, recuerda con una sonrisa.
Sobre durante cuánto tiempo seguirá siendo la guerrera vampiro que tanto recuerda en sus movimientos y estética a la Trinity de Matrix y que tanta fama le ha dado, Beckinsale no se atreve a ponerse una fecha de defunción. A sus 38 años está en plena forma, no hay más que verla. “Creo que sería interesante tener una heroína después de la menopausia, metiendo caña, así que ya veremos”, responde entre risas.
0 comentarios:
Publicar un comentario