Interesante muestra de humor gamberro británico, perfecta para ver en compañía de los amigos. Porque de eso trata Una Boda de Muerte, de reunirte con un par de colegas y sentirte identificado, de un modo u otro, con este grupo de ingleses en tierras australianas que están muy pasados de rosca y que prometen, y ofrecen, una hora y media de ciertas salvajadas, muy en la línea de Resacón en Las Vegas, con la que tiene mucho en común, para sacarnos más de una carcajada y al mismo tiempo dejar un sabor de boca tierno por el cariño que se tienen los personajes.
Aunque venga firmada por los responsables de Un Funeral de Muerte, tanto en la trama como en las gamberradas de los protagonistas, está claro que la película de referencia es Resacón en Las Vegas, y sus chistes y humor nos recuerdan continuamente al humor gamberro americano, con Desmadre a la Americana a la cabeza. Así que siendo una película británica nos encontramos con mucha sorna de las islas, pero también con mucha salvajada americana, que es de donde la película mama realmente. Y lo hace con bastante gracia, así que lo que realmente importa, si la película hace gracia o no, lo cumple con soltura.
Un grupo de amigos se desplaza a Australia para que uno de ellos se case, algo que no hace mucha gracia al resto, un trío de perdedores que van del pijo insoportable y tiquismiquis al que no quiere crecer, pasando por el que ha sido abandonado por la novia y vive como alma en pena llamándola a todas horas y pensando en suicidarse. En ese trama y durante esa boda, el espectador se va a encontrar algunas salvajadas muy conseguidas y otras que hilan más fino. Aunque copien el chiste del bigote hitleriano de otra película americana, Salvando las Distancias.
Y si en Resacón teníamos un tigre y en Despedida de Soltero un burro, aquí tenemos un carnero, que se convierte en parte imprescindible de la función y que tiene alguno de los mejores chistes de la película, sumados a los que protagoniza el camello que les vende la marihuana o el padre de la novia, empeñado en que su otra hija es lesbiana. La película se mueve con ritmo y gran sentido del humor, aunque a veces se le vaya la mano con el humor escatológico.
Pero, por ejemplo, Olivia Newton John está magnífica como madre de la novia, un personaje que va ganando enteros según avanza la película, sobre todo una vez descubierta la cocaína. Aunque los reyes de la película, dirigida con mucho estilo por Stephan Elliot buscando desmarcarse de la simpleza visual de otras comedias, sean Kris Marshall y Kevin Bishop, lo que deja algo soso al protagonista, Xavier Samuel. Una película que seguro hace reír con sus burradas pese a ser algo moñas al final, y que tiene un par de chistes brutales con drogas, máscaras de sadomasoquismo y vendedores de droga con necesidad de cariño. Y con un carnero travesti.
Fuente: AccionCine
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