11 abr 2011

Amanecer: Cap. 6 - Inesperado

La línea de negrura avanzaba sobre mí a través de la niebla que me 
envolvía. Yo podía ver sus oscuros ojos rubí brillando con deseo, ansiosos 
por matar. Sus labios se retiraban por detrás de sus afilados, húmedos 
dientes- algo como un gruñido, como una sonrisa. 
Escuché al niño gimoteando detrás de mí pero no podía volverme hacia él. 
Aunque estaba desesperada por asegurarme de que estaba a salvo, no podía 
perder ni un instante en mirarle en ese momento. 
Ellos parecían fantasmas y estaban cerca, sus negras togas se inflaban 
suavemente con cada movimiento. Veia sus manos encrespadas en forma 
de garras huesudas y blanquecinas. Empezaron a distanciarse entre ellos, 
preparándose para venir desde todos los lados. Estábamos rodeados. 
Íbamos a morir. 
Y entonces, como la ardiente luz de un flash, toda la situación era diferente. 
Todavía nada había cambiado – todavía los Volturi avanzaban hacia 
nosotros, preparados para matarlos. Todo lo que había cambiado era como 
la escena me parecía a mí. De repente, tenía hambre de ellos, quería 
arremeter contra ellos. El pánico fue sustituido por sed de sangre cuando 

avancé hacia delante, con una sonrisa en mi cara y un gruñido saliendo a 
través de mis dientes descubiertos. 
Me incorporé de una sacudida. Estaba ardiendo. Mi pelo estaba 
enmarañado y lleno de sudor en las sienes y se enrollaba en mi cuello. 
Busqué a tientas en las templadas sábanas y las encontré vacías. 
.¿Edward?. 
Justo entonces, mis dedos se encontraron algo suave, plano y rígido. Un 
trozo de papel, doblado a la mitad. Cogí la nota y crucé la habitación para 
encender la luz. 
Estaba dirigida a la Señora Cullen. 
.Espero que no despiertes y te des cuenta de mi ausencia pero si eso pasa, 
vuelvo muy pronto. Sólo he ido a caza. Vuelve a dormir y allí estaré 
cuando vuelvas a despertarte. Te quiero. 
Suspiré. Habíamos estado allí sobre dos semanas así que debería haber 
esperado que tuviese que dejarme pero no lo había pensado en ningún 
momento. Parecíamos estar como si no existiese el tiempo, en un perfecto 
estado. 
Me sequé el sudor de mi frente. Estaba totalmente despejada aunque el 
reloj del tocador decía que no era más de la una. Sabía que no iba a poder 
dormirme otra vez con el calor y el bochorno que sentía. No mencionaré el 
hecho de que si apagaba la luz y cerraba los ojos estaba segura de que 
podría ver esas figuras negras merodeando en mi cabeza. 
Me levanté y paseé a través de la oscura casa, encendiendo las luces. 
Parecía tan grande y vacía sin Edward. Era diferente. 
Acabé en la cocina y decidí que lo mismo una buena comida era lo que yo 
necesitaba. 
Rebusqué en el frigorífico hasta que encontré todos los ingredientes para un 
pollo frito. El chisporroteo del pollo en la sartén era un agradable y dulce 
sonido; me sentía menos nerviosa mientras se llenase el silencio. 
Olía tan bien que empecé a comer directamente de la sartén, quemándome 
la lengua. Al quinto o sexto bocado se había enfriado lo suficiente para mi 
gusto. Mastiqué más despacio. ¿Había algo extraño en el sabor? Comprobé 
la carne y estaba blanca pero completamente hecha. Tomé otro bocado para 
probar. Ugh – definitivamente asqueroso. Salté para escupirlo en el 
fregadero. De repente, el olor de pollo y el aceite me parecía asqueroso. 
Cogí el plato entero y lo vacié en la basura, entonces abrí las ventanas para 
que saliese el olor. Una brisa helada entraba de fuera. Mi piel lo agradeció. 
Estaba tremendamente cansada pero no quería volver a la cálida habitación. 
Así que abrí más ventanas en la sala de la TV y me tumbé en el sofá que 
había debajo de ellas. Volví a ver la película que ya habíamos visto el otro 
día y rápidamente me quedé dormida con la canción del principio. 

Cuando abrí los ojos, el sol estaba en medio del cielo pero no fue la luz lo 
que me despertó. Eran unos gélidos brazos. 
Él puso una mano helada en mi frente. Era muy agradable. .¿Cómo te 
encuentras hoy?. 
Yo lo pensé un momento. Las nauseas habían desaparecido tan rápido 
como llegaron y me sentía como cualquier otra mañana. .Bastante normal. 
Un poquito hambrienta, solamente. 
Me hizo esperar una hora y beber un gran vaso de agua antes de que me 
friese unos huevos. Me sentía perfectamente normal solo un poco cansada 
por haberme levantado a medianoche. Puso la CNN – habíamos estado tan 
fuera de contacto que podría haber estallado la Tercera Guerra Mundial y 
no habernos enterado – y me dejé caer sobre sus rodillas. 
Me aburrí con las noticias y me giré para besarle. Como aquella mañana, 
un agudo dolor golpeó mi estómago cuando me moví. Me separé corriendo 
de él con mi mano tapando la boca. Sabía que no podría llegar al baño esta 
vez así que fui corriendo al fregadero de la cocina. 
Él me sujetó el pelo otra vez. 
.Quizás deberíamos volver a Rio a ver al médico. sugirió con 
preocupación mientras me enjuagaba la boca. 
Negué con la cabeza y me dirigí hacia el pasillo. Los médicos son sinónimo 
de agujas. .Estaré mucho mejor después de lavarme los dientes.. 
Cuando mi boca sabía mejor, busqué en mi maleta el pequeño kit de 
primeros auxilios que Alice había empaquetado para mi, lleno de cosas 
para humanos como vendas y analgésicos y mi objetivo ahora – Pepto-
Bismol. Quizás podía calmar mi estómago y tranquilizar a Edward. 
Pero antes de que encontrase el Pepto, vi algo más que Alice había 
guardado para mí. Cogí la pequeña caja azul y la sostuve en mi mano 
durante un largo rato, olvidando todo lo demás. 
Entonces empecé a echar cuentas en mi cabeza. Una vez. Dos. Otra más. 
Un golpe me sobresaltó; la cajita cayó dentro de la maleta. 
.¿Estás bien?. preguntó Edward desde la puerta .¿Te encuentras mal otra 
vez?. 
.Sí y no. dije pero mi voz sonó ahogada. 
.Bella, ¿puedo entrar?. Estaba muy preocupado. 
.Vaa…vale. 
Entró y valoró mi situación, sentada entre el suelo y la maleta, y mi 
expresión pálida, mirando a un punto fijo. Él se sentó delante de mí, puso 
su mano en mi frente otra vez. 
.¿Qué va mal?. 
.¿Cuántos días han pasado desde la boda?. susurré. 
.Diecisiete. respondió automáticamente .Bella, ¿qué es lo que pasa?. 
Yo estaba contando otra vez. Estiré un dedo, avisándole de que esperase y 
musité los números para mí. Me había confundido sobre los días antes. 

Llevábamos allí más de lo que yo pensaba. Volví a empezar la cuenta de 
nuevo. 
.¡Bella!. cuchicheó con nerviosismo .Me vas a volver loco. 
Intenté tragar. No podía. Así que busqué en la maleta y revolví en ella hasta 
dar con la cajita azul de tampones de nuevo. Se la tendí en silencio. 
Él se puso frente a mí, confuso. .¿Qué? ¿Estás intentando hacerme creer 
que tu enfermedad es el síndrome premenstrual?. 
.No,. conseguí dejar de ahogarme. .No, Edward. Estoy intentando decirte 
que tengo un retraso de cinco días. 
La expresión de su cara no cambió. Era como si yo no hubiese hablado. 
.No creo que esto sea una mala digestión. 
No respondió. Parecía haberse vuelto una escultura. 
.Los sueños,. me susurré a mi misma demasiado bajo. 
.Dormir tanto. Los llantos. Toda esa comida. Oh. Oh. Oh. 
Edward parecía totalmente frío, como si nunca me pudiese ver más. 
Pensando, casi involuntariamente, mi mano volvió a caer hasta mi 
estómago. 
.Oh. musité de nuevo. 
Me tambaleé sobre mis pies, fuera del alcance de las manos inmóviles de 
Edward. No me había quitado los pantalones cortos de seda y la camisola 
desde que me había despertado. Me deshice de la tela azul y la sostuve 
encima de mi estómago. 
.Imposible. gemí. 
No tenía ninguna experiencia con embarazos ni bebes ni nada de ese 
mundo pero no era idiota. Había visto las suficientes películas y 
espectáculos de Tv como para saber que no era así cómo funcionaba. Sólo 
tenía un retraso de cinco días. Si estaba embarazada, mi cuerpo todavía no 
habría registrado el hecho. No podía tener náuseas por la mañana, no podía 
haber cambiado mis hábitos alimentarios o de sueño. 
Y, definitivamente, no podía tener un pequeño pero definido bulto entre 
mis caderas. 
Retorcí mi torso y sucesivamente, examiné desde cada ángulo, como si eso 
pudiese hacer desaparecer precisamente la correcta pista. Yo pasé mis 
dedos sobre el suave bulto, sorprendida por la roca dura que sentía debajo 
de mi piel. 
.Imposible. repetí porque, bulto o no bulto, periodo o no periodo (y no es 
que definitivamente no fuese a haber periodo aunque yo no me había 
retrasado ni una sola vez en mi vida), no había manera de que estuviese 
embarazada. La única persona con la que yo había tenido sexo era con un 
vampiro, podía asegurarlo. 
Un vampiro que, por cierto, estaba todavía congelado en el suelo sin dar 
muestras de irse a mover otra vez. 
Así que tenía que tener otra explicación. Algo que iba mal en mí. Una 

extraña enfermedad sudamericana con signos de embarazo, sólo que 
acelerados. 
Y entonces recordé algo – una mañana de búsqueda en Internet que parecía 
que había sido hacía una eternidad. Sentada en el viejo escritorio de mi 
cuarto en casa de Charlie con una gris luz pasando débilmente a través de 
la ventana, enfrente de mi viejo, destartalado ordenador, leyendo 
ávidamente una web llamada .Vampiros A-Z. Había sido menos de 24 
horas después de que Jacob Black, hubiese pretendido entretenerme con las 
leyendas de Quileute, que él aún no creía y me hubiese dicho que Edward 
era un vampiro. Yo había echado un vistazo a las primeras entradas de la 
web que estaban dedicadas a los mitos vampíricos a lo largo del mundo. El 
filipino Dana, el hebrep Estrie, el romano Varacolaci, el Italiano Stregoni 
benefici, la actual leyenda basada en lo que mi nuevo suegro me había 
contado de los Volturi, (nada que yo supiera entonces). Yo le había 
prestado menos y menos atención a las historias que iban avanzando de 
forma imparable. Solamente recordaba muy poco de las últimas entradas. 
Ellas parecían como excusas fantasiosas para explicar las grandes tasas de 
mortalidad infantil y la infidelidad No cariño, yo no estaba siendo infiel. La 
sexy mujer que tú viste desnuda por la casa era un diabólico succubus. 
¡Tengo suerte de haber escapado con vida! (por supuesto, con lo que yo 
sabía ahora sobre Tanya y sus hermanas, sospeché que alguna de esas 
excusas habían sido ciertas). Había una para las mujeres, también. ¿Cómo 
puedes acusarme de engañarte – solo porque hayas venido después de dos 
años de un viaje en el mar y esté embarazada? Fue un incubus. Él me 
hipnotizó con sus mágicos poderes de vampiro... 
Había sido parte de la definición de incubus – la habilidad de ser padres de 
niños con sus desafortunadas presas. 
Yo sacudí mi cabeza, aturdida. Pero… 
Pensé en Esme y en, especial, en Rosalie. Vampiras que no podían tener 
niños. Si fuese posible, Rosalie ya habría encontrado la manera de hacerlo. 
El mito de los incubus era una fábula. 
Excepto que… bien, había una diferencia. Por supuesto, Rosalie no podía 
concebir un hijo porque ella estaba paralizada en el estado que se pasa de 
humano a inhumano. Una total transformación. Y los cuerpos de las 
mujeres humanas tenían que cambiar para albergar un bebé. El constante 
cambio del ciclo menstrual y luego los grandes cambios necesarios para 
que el niño creciese… El cuerpo de Rosalie no podía cambiar. 
Pero el mío sí. El mío lo hacía. Toqué el bulto de mi estómago que no 
estaba el día anterior. 
Un hombre humano – bien, afortunadamente pueden funcionar desde la 
adolescencia a la muerte. Yo recordé una cuestión trivial, sacada de quien 
sabe dónde: Charlie Chaplin estába en sus setenta cuando fue padre de su 
hijo pequeño. Los hombres no tienen que portar bebés ni ciclos de 

fertilidad. 
Por supuesto, ¿cómo podía alguien saber si los vampiros pueden ser padres 
de niños cuando sus parejas no son capaces? ¿Qué vampiro de la tierra 
podría tener el control suficiente para probar la teoría con una mujer 
mortal? ¿O el deseo? 
Podía pensar en una única cosa. 
Parte de mi cabeza estaba clasificando hechos, memorias y especulaciones, 
mientras que la otra mitad – la que controlaba la habilidad de mover todos 
los músculos- estaba muy aturdida como para realizar actividad normal. Yo 
no podía mover mis labios para hablar aunque quería preguntarle a Edward 
que estaba pasando. Necesitaba volver dónde él estaba sentado, tocarlo, 
pero mi cuerpo no obedecía mis instrucciones. Únicamente podía observar 
mis asustados ojos en el espejo, mis dedos presionados contra el hinchazón 
de mi torso. 
Y entonces, como en mi intensa pesadilla de la pasada noche, la escena se 
había transformado de forma radical. Todo lo que yo veía en el espejo era 
totalmente diferente aunque nada en ese momento era diferente. 
Lo que hacía cambiar todo era un pequeño bulto, cubierto por mi mano – 
procedente del interior de mi cuerpo. 
En el mismo momento, el teléfono de Edward sonó, pidiendo respuesta. 
Ninguno nos movimos. Llamó una vez y otra. Yo intenté callarlo mientras 
presionaba los dedos en mi estómago, esperando. En el espejo mi expresión 
no era muy desconcertada- estaba asombrada en ese momento. Me acababa 
de dar cuenta cuando extrañas, silenciosas lágrimas empezaron a deslizarse 
por mies mejillas. 
El teléfono continuaba sonando. Yo deseé que Edward lo respondiese – 
estaba viviendo algo trascendental. Posiblemente, lo más trascendental de 
mi vida. 
Ring! Ring! Ring! 
Finalmente, la irritación pudo con todo lo demás. Me agaché hacia Edwar – 
sentí que me movía con más cuidad, cien veces más consciente de cada 
emoción que sentía – rebusqué en sus bolsillos hasta que di con el teléfono. 
Había medio-esperado que él lo hubiera cogido y respondido pero estaba 
perfectamente inmóvil. 
Reconocí el numero y pude fácilmente adivinar porque estaba llamando. 
.Hola, Alice. dije. Mi voz no era mucho mejor que antes. Me aclaré la 
garganta. 
.¿Bella? ¿Bella, estás bien?. 
.Sí. Um. ¿Está ahí Carlisle?. 
.Está. ¿Cuál es el problema?. 
.No estoy… un uno por ciento…segura. 

.¿Está Edward también bien? Preguntó cautelosa. Ella dijo el nombre de 
Carlisle y entonces insistió. 
.¿Por qué no coge el teléfono?. dijo antes de que respondiese a la primera 
pregunta. 
.Bella, ¿qué está pasando? Yo solo vi…. 
.¿Qué es lo que viste?. 
Hubo un silencio. .Te paso a Carlisle. respondió por fín. 
Sentí como si me hubiesen inyectado agua helada en mis venas. Si Alice 
hubiera tenido una visión de mí con un niño de ojos verdes y cara angelical 
en mis brazos me hubiese respondido ¿verdad? 
Mientras esperaba a que Carlisle hablase, la visión que había imaginado 
para Alice bailó ante mis ojos. Un diminuto y precioso bebé, más hermoso 
que el chico de mi sueño – un pequeño Edward en mis brazos. Una oleada 
de calor recorrió mis venas, echando al hielo. 
.Bella, soy Carlisle. ¿Qué pasa?. 
.Yo…. No estaba segura de cómo responder. ¿Se reiría de mis 
conclusiones, me diría que estaba loca? ¿Estaba teniendo solo otro bonito 
sueño? .Estoy un poco preocupada por Edward… ¿Pueden los vampiros 
entrar en shock?. 
. ¿Está herido?. la voz de Carlisle era, de repente, apremiante. 
.No, no. le aseguré. .Es sólo que ha tenido una sorpresa. 
.No entiendo, Bella. 
.Yo creo…bueno…yo creo que… quizás… puedo estar…. tomé una 
bocanada de aire .Embarazada. 
Como si me respondiese, noté otro golpecito en mi abdomen. Mi mano 
voló hacia mi estómago. 
Después de una pausa prolongada, Carlisle empezó con el procedimiento 
médico. 
.¿Cuál fue el último día de tu pasado ciclo menstrual?. 
.Dieciséis días antes de la boda. Hice la cuenta mentalmente para ser 
capaz de responder con certeza. 
.¿Cómo te sientes?. 
.Rara. le conté con la voz rota. Otro torrente de lágrimas se deslizaba por 
mis mejillas. .Va a parecer una locura – sé que es muy pronto para 
cualquier cosa de estas. Quizás estoy loca. Pero tengo sueños extraños y 
como todo el tiempo y lloro y vomito y….. yo noto algo que se mueve 
dentro de mí justo ahora. 
La cabeza de Edward se levantó. 
Suspiré aliviada. 
Edward levantó su mano hacia el teléfono, su cara blanca y dura. 
.Um, creo que Edward quiere hablar contigo. 
.Pásamelo. Carlisle dijo con voz tensa. 
No estaba muy segura de que Edward pudiese hablar pero puse el teléfono 

en su mano extendida. 
Presionó el teléfono contra su oreja .¿Es posible?. murmuró. 
Escuchó durante un rato, de pie sin ninguna expresión. 
.¿Y Bella?. preguntó. Su brazo osciló hacia mí mientras hablaba, 
poniéndome a su lado. 
Escuchó durante un tiempo que se me hizo eterno y entonces dijo .Sí, sí, lo 
haré. 
Retiró el teléfono de su oreja y presionó el botón de finalizar. Mejor ahora, 
marcó un nuevo número. 
.¿Qué dice Carlisle?. pregunté impacientemente. 
Edward respondió con una voz débil. .Piensa que estás embarazada.. 
Sus palabras me provocaron un cálido escalofrío en la espalda. El pequeño 
golpe latió dentro de mí. 
.¿A quién estás llamando ahora?. pregunté cuando se puso el teléfono a la 
oreja. 
.Al aeropuerto. Volvemos a casa. 
Edward estuvo al teléfono durante más de una hora sin respiro. Supuse que 
estaba consiguiendo nuestro vuelo a casa pero no podía estar segura porque 
él no estaba hablando en inglés. Sonaba como si estuviese discutiendo; él 
habló mucho a través de sus dientes. 
Mientras discutía, hacía la maleta. Él se movía por la habitación como un 
furioso tornado, destruyéndolo todo a su paso. Tiró algunas de mis ropas 
sobre la cama sin mirarlas así que acepté que era momento de vestirme. 
Continuaba con sus argumentaciones mientras me cambiaba, gesticulando 
con repentinos y agitados movimientos. 
Cuando no podía soportar la violenta energía que irradiaba, dejé la 
habitación silenciosamente. Su frenética conversación me provocaba dolor 
de estómago – no como el de la mañana, sólo incomodidad. Esperaría en 
algún lugar a que su mal humor pasase. No podía hablar a ese frío y 
enfadado que, sinceramente, me daba algo de miedo. 
De nuevo, acabé en la cocina. Había una bolsa de galletitas saladas en el 
armario. Empecé a masticarlas de forma ausente, frente a la ventana y las 
arena, las rocas, los árboles y el océano, todos brillando bajo el sol. 
Alguien me golpeo suavemente. 
.Lo sé. dije .Yo tampoco quiero irme. 
Estuve de pie en la ventana durante un rato pero el golpe no respondió. 
.No lo entiendo. susurré .¿Qué es lo malo que hay aquí?. 
Absolutamente sorprendente. Desconcertante. Pero, ¿malo? 
No 
¿Así que por qué Edward estaba tan furioso? Él era el único que había 
deseado tanto una boda precipitada. 
Intenté pensar alguna razón sobre eso. 
Quizás estaba tan confundido que quería ir a casa para que todo fuese bien. 

Querría que Carlisle me examinase, estar seguro que mi suposición era 
cierta. – aunque no tenía ninguna duda en ese aspecto. Probablemente ellos 
querrían resolver porque estaba ya tan embarazada, con el bulto y los 
golpecitos y todo lo demás. Eso no era normal. 
Una vez que pensé eso, yo estaba segura que lo sabía. Él debía estar 
preocupado por el bebé. No me había percatado de esto todavía. Mi cerebro 
trabajaba más lento que eso – estaba todavía maravillada por la escena que 
había imaginado antes: el pequeño bebe con los ojos de Edward- verdes, 
como si siguiesen siendo como cuando era humano- tumbado 
amorosamente y precioso en mis brazos. Esperaba que tuviera la cara 
exacta de Edward, sin rasgos de la mía. 
Era divertido como de repentina e importante esa visión había empezado a 
ser. Desde su primer pequeño golpe, el mundo entero se había movido. 
Donde antes había una sola cosa sin la que yo no podía vivir, ahora había 
dos. No había separación – mi amor no se rompería entre ellos ahora ni 
nada como eso. Era más como si mi corazón hubiese crecido, aumentado 
dos veces su talla en ese momento. Todos ese nuevo espacio ya estaba 
lleno. Este incremento casi me daba vertigo. 
Nunca había entendido realmente el dolor y resentimiento de Rosalie antes. 
Nunca me había imaginado a mí como madre, nunca quise eso. Había sido 
fácil prometer a Edward que no me preocupaba no tener niños por él 
porque realmente no quería. Niños, en su sentido abstracto, nunca me 
habían llamado. Parecían criaturas ruidosas, siempre empapados de algún 
tipo de suciedad. Nunca había tenido mucho que hacer con ellos. Cuando 
yo había soñado que Renée me diese un hermano siempre había imaginado 
un hermano mayor. Alguien que cuidase de mí y no al revés. 
Ese niño, el niño de Edward, era otra historia. 
Lo quería como el aire que respiraba. No era una elección- era una 
necesidad. 
Lo mismo solo tenía una mala imaginación. Lo mismo porqué yo no había 
sido capaz de imaginar que estaría casada hasta que ya lo estaba – incapaz 
de ver que yo desearía un bebé hasta que éste estuviese en camino. 
Cuando puse mi mano en mi estómago, esperando el próximo golpecito, las 
lágrimas corrían por mi cara otra vez. 
.¿Bella?. 
Me volví, cautelosa por el tono de su voz. Era tan frío, tan cuidadoso. Su 
cara era como su voz, vacía y dura. 
Y entonces vio que estaba llorando. 
.¡Bella!. Cruzó la habitación como un rayo y puso sus manos en mi 
cara..¿Estás dolida?. 
.No, no…. 
Me puso contra su pecho. .No estés asustada. Estaremos en casa en 
dieciséis horas. Estarás bien. Carlisle estará preparado cuando lleguemos. 

Nosotros nos encargaremos de esto y tu estarás bien, estarás bien. 
.¿Encargaros de esto?¿Qué quieres decir?. 
Se apartó y me miro a los ojos .Vamos a sacar esa cosa de ti antes de que 
te haga daño. No tengas miedo. No voy a dejar que te haga daño. 
.¿Qué cosa?. - jadeé 
Miro bruscamente a otro lado, hacia la puerta de entrada. 
.¡Por los pelos!. Olvidé que le debía a Gustavo. Me libraré de él y volveré. 
Salió como una flecha de la habitación. 
Me sujeté fuertemente a la encimera para sostenerme. Mis rodillas estaban 
temblando. 
Edward había llamado a mi bebé cosa. Dijo que Carlisle me lo sacaría. 
.No. gemí. 
Había estado equivocada antes. No se preocupaba por el bebé en absoluto. 
Quería herirlo. La hermosa imagen en mi cabeza se sacudió fuertemente, 
convertida en algo siniestro. Mi precioso bebé llorando, mis débiles brazos 
no eran suficientes para protegerlo… 
¿Qué podía hacer? ¿Sería capaz de razonar con él? 

-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*- 

.¿Que debía hacer si no podía? ¿Cómo explicaría Alice ese extraño silencio 
en el teléfono? 

¿Era esto lo que ella había sembrado?. (se refiere a las tentadoras ropas ke 
había puesto en el equipaje) .¿Edward y Carlisle asesinando ese pálido 
niño perfecto antes de que pudiera vivir?.. 

. No., gemí de nuevo, con voz más fuerte, eso no podía ser, yo no lo 
permitiría . 

Escuche a Edward hablando, portugués de nuevo. Argumentando otra vez. 
Su voz se acerco, y escuche su exasperación, luego escuche otra voz, baja y 
tímida. La voz de una mujer. 

Él entro en la cocina, por delante de ella, y fue derecho hacía mí. limpio 
mis lagrimas desde mis mejillas y murmuro en mi oído su liviano 
pensamiento, con la línea de su boca rígida. 

. ella insiste en dejar la comida que trajo, - hizo la cena para nosotros.. Si 
él hubiera sido menos tenso, menos furioso, yo sabia que habían cambiado 
sus ojos. .es una excusa – Ella quiere asegurarse de que no te he matado 
aún.. Su voz fue fría al final. 

Kaure dio nerviosamente la vuelta en la esquina con el plato en sus manos. 
Desee poder hablar portugués, o que mi español fuera menos rudimentario, 
así podría intentar dar las gracias a esa mujer quien había osado a la ira de 
un vampiro, solo para comprobar mi persona. 

Sus ojos se fijaron entre nosotros dos. Vi su medición en el color de mi 
cara, la humedad en mis ojos, con algo de brillo materno que no entendía, 
ella puso el plato en la encimera. 

A Edward algo se le quebró en él; Yo nunca le había escuchado antes. 

Se volvió a ir, y los giros de movimiento de su larga falda dejaron el olor 
de la comida en mi cara. Era tan fuerte –cebollas y pescado. Les di una 
mascada y los vomite por el fregadero. Sentí las manos de Edward en mi 
frente y cabeza, su suave aliento a través del gruñido en mis oídos. Sus 
manos desaparecieron por un segundo, y escuche el cierre del refrigerador. 
Misericordiosamente, el olor desapareció con el sonido, y las manos de 
Edward estaban enfriando mi húmeda cara de nuevo. Era siempre rápido. 

Enjuague mi boca en el llave mientras acariciaba los lados de mi cara. 

Eso era una pequeña tentativa para impulsarlo a mi vientre. 

Estás bien. Nosotros estamos bien, pensé había el bulto. 

Edward se envolvió en torno a mí, tirando de mí en sus brazos. Recosté mi 
cara en su hombro, mis manos instintivamente, se juntaron en mi estomago. 

Escuche un pequeño Oh y lo busqué. 

La mujer aún estaba ahí, dudando en el umbral con sus manos medias 
extendidas y estaba mirando por algún tipo de ayuda. Sus ojos se 
bloquearon en mi manos, saltones con la gran conmoción, su boca abierta 
de par en par. 

Luego Edward dijo oh ,también, y de repente le hizo frente a la cara de la 
mujer, empujando ligeramente detrás de mi su cuerpo. Sus brazos se 
envolvieron en mi torso, como celebrando en mi espalda. 

De repente, Kaure grito en voz alta – furiosamente, con sus intendibles ( se 
refiere a ke no se le entendía) palabras que cruzaron la habitación como 
cuchillos. Planto su diminuto puño en el aire y dio dos pasos hacia 
nosotros, agitándole a él. A pesar de su ferocidad, era fácil ver el terror en 
sus ojos. 

Edward se intensifico hacia ella, también, y me agarre a su brazo, asustada 
por la mujer. 

Pero cuando el interrumpió su invectiva, su voz me tomo por sorpresa, 
sobre todo tomando en cuenta la forma brusca que había sido ella cuando 
no estaba gritándole a él. Yo estaba fuera de la realidad ahora, estaba 
escrito. No solo que, pero el sonido era diferente, mas gutural (no se ke es , 
me pillo) la peor había pasado. No pensé que estaba hablando portugués ya. 

Por un momento, la mujer fijo su vista en él maravillada, y luego sus ojos 
se redujeron ya que estaba desconcertada en la tela de juicio de la misma 
lengua exótica. 

Observe como aumentaba en su cara la tristeza y seriedad, y una vez que 
asintió. Ella dio rápido paso hacia atrás y salió. 

El debe de haber escuchado, insinuándome y descansando sus manos 
contra mis mejillas. 

Ella respondió airadamente una vez más, agitando sus manos acusadoras 
hacia él, y luego insinuándole a él. Cuando ella termino, El defendió de 
nuevo con el mismo tono, la voz de urgencia. 

Su expresión cambio - ella se fijo en él con dudas en el plano de su cara 
mientras hablaba, sus ojos en repetidas ocasiones destellaron en mi confusa 
cara. Él dejo de hablar, y ella parecía estar deliberando algo. Ella daba un 
paso hacia atrás y adelante entre nosotros dos, y luego, al parecer 
inconscientemente, dio un paso adelante. 

Ella hizo un movimiento con sus manos, haciendo una forma como un 
globo sobresaliendo fuera de su estomago. Fije la mirada - ¿Hacían sus 
leyendas del depredador bebedor de sangre incluir esto? ¿Podría 
posiblemente saber algo acerca de lo que estaba creciendo dentro de mí? 

Ella camino unos pasos adelante deliberadamente y esta vez hizo unas 
breves preguntas, que él respondió tenso. Luego él se convirtió en el autor 
de la pregunta- de una rápida consulta. 

Ella dudo y sacudió lentamente la cabeza. Cuando él hablo de nuevo, su 
voz era tan agonizante que lo mire en estado de shock. Su cara estaba 
dibujada con dolor. 

En respuesta, ella camino lentamente hacia adelante hasta que estuvo 
suficientemente cerca para colocar su pequeña mano en mi parte superior, 
siempre en mi estomago. Ella dijo una sola palabra en portugués. 

.Morte”, ella suspiro en silencio. Luego se volvió, sus hombros doblados 
como si la conversación tenia edades comprendidas para ella, y abandono 
la sala. 

YO sabia suficiente español para una sola palabra. 

Edward se inmovilizo de nuevo, deteniéndose después con la expresión de 
tortura fija en su rostro. Unos momentos después, escuche el motor del 
barco volviendo a vivir y luego desvanecerse en la distancia. 

Edward no se movió hasta que me dirigí hacia el baño. Luego su mano 
atrapo mi hombro. 

.¿Dónde vas? . Su voz era un susurro de dolor. 

.A mi cepillarme los dientes de nuevo.. 

.No te preocupes sobre lo que ella dijo, son leyendas pero no son nada, 
antiguas mentiras para el buen entretenimiento.. 

.No entendí nada.. Le dije a él, pensé que no era del todo cierto. Como si 
pudiera descontar algo por que se trataba de una leyenda. Mi vida estaba 
rodeada de leyendas por todos lados. Todas ellas eran verdaderas. 

.Guarde tu cepillo de dientes.. Voy a buscarlo para ti. 

El se alejo de mí hacia la habitación. 

.¿Nos vamos luego?. Me llamo después de el. 

.Tan pronto como hay terminado. 

El esperó que terminara de lavarme los dientes para volver a guardarlo, con 
un ritmo silencioso alrededor del dormitorio. Se lo entregue cuando hube 
terminado. 

.llevare los bolsos hacia el bote.. 

.Edward-. 

Él se volvió hacia atrás. .¿si? 

Dudé, intentando pensar en un cierta forma de obtener unos pocos 
segundos en solitario. .¿Podrías tu…. Guardar algo de comida? Tu sabes, 
en caso de que me de hambre de nuevo. 

.Por supuesto. dijo, sus ojos de repente se volvieron suaves. .No te 
preocupes de nada. Iremos donde Carlisle en unas horas, de verdad. 
Tenemos que hacerlo lo más pronto. 

Asentí, no confiando en mi voz. 

Dio la vuelta y abandono la habitación, con una gran maleta en cada mano. 

Me relaje y saque el teléfono que el había dejado en la encimera. Era muy 
raro en él olvidar las cosas- Olvidar que Gustavo estaba llegando, A salir 
sin su teléfono y estar mintiendo aquí. Él estaba tan estresado, era apenas el 
mismo. 

Volví de mis pensamientos y busque los números programados. Me 
alegraba de que hubiera apagado el sonido, por el miedo a que me 
descubriera. ¿Estaría ahora en el barco? ¿ o ya estaba regresando? ¿Me 
escucharía susurrando desde la cocina? 

Busque el numero que quería, uno al que nunca antes había llamado en mi 
vida. Presione el botón .enviar. y cruce mis dedos. 

- Hola? – su voz sonó como campanas de viento al atender. 
- Rosalie? – susurré – Soy Bella. Por favor. Tienes que ayudarme 


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