La línea de negrura avanzaba sobre mí a través de la niebla que me
envolvía. Yo podía ver sus oscuros ojos rubí brillando con deseo, ansiosos
por matar. Sus labios se retiraban por detrás de sus afilados, húmedos
dientes- algo como un gruñido, como una sonrisa.
Escuché al niño gimoteando detrás de mí pero no podía volverme hacia él.
Aunque estaba desesperada por asegurarme de que estaba a salvo, no podía
perder ni un instante en mirarle en ese momento.
Ellos parecían fantasmas y estaban cerca, sus negras togas se inflaban
suavemente con cada movimiento. Veia sus manos encrespadas en forma
de garras huesudas y blanquecinas. Empezaron a distanciarse entre ellos,
preparándose para venir desde todos los lados. Estábamos rodeados.
Íbamos a morir.
Y entonces, como la ardiente luz de un flash, toda la situación era diferente.
Todavía nada había cambiado – todavía los Volturi avanzaban hacia
nosotros, preparados para matarlos. Todo lo que había cambiado era como
la escena me parecía a mí. De repente, tenía hambre de ellos, quería
arremeter contra ellos. El pánico fue sustituido por sed de sangre cuando
avancé hacia delante, con una sonrisa en mi cara y un gruñido saliendo a
través de mis dientes descubiertos.
Me incorporé de una sacudida. Estaba ardiendo. Mi pelo estaba
enmarañado y lleno de sudor en las sienes y se enrollaba en mi cuello.
Busqué a tientas en las templadas sábanas y las encontré vacías.
.¿Edward?.
Justo entonces, mis dedos se encontraron algo suave, plano y rígido. Un
trozo de papel, doblado a la mitad. Cogí la nota y crucé la habitación para
encender la luz.
Estaba dirigida a la Señora Cullen.
.Espero que no despiertes y te des cuenta de mi ausencia pero si eso pasa,
vuelvo muy pronto. Sólo he ido a caza. Vuelve a dormir y allí estaré
cuando vuelvas a despertarte. Te quiero.
Suspiré. Habíamos estado allí sobre dos semanas así que debería haber
esperado que tuviese que dejarme pero no lo había pensado en ningún
momento. Parecíamos estar como si no existiese el tiempo, en un perfecto
estado.
Me sequé el sudor de mi frente. Estaba totalmente despejada aunque el
reloj del tocador decía que no era más de la una. Sabía que no iba a poder
dormirme otra vez con el calor y el bochorno que sentía. No mencionaré el
hecho de que si apagaba la luz y cerraba los ojos estaba segura de que
podría ver esas figuras negras merodeando en mi cabeza.
Me levanté y paseé a través de la oscura casa, encendiendo las luces.
Parecía tan grande y vacía sin Edward. Era diferente.
Acabé en la cocina y decidí que lo mismo una buena comida era lo que yo
necesitaba.
Rebusqué en el frigorífico hasta que encontré todos los ingredientes para un
pollo frito. El chisporroteo del pollo en la sartén era un agradable y dulce
sonido; me sentía menos nerviosa mientras se llenase el silencio.
Olía tan bien que empecé a comer directamente de la sartén, quemándome
la lengua. Al quinto o sexto bocado se había enfriado lo suficiente para mi
gusto. Mastiqué más despacio. ¿Había algo extraño en el sabor? Comprobé
la carne y estaba blanca pero completamente hecha. Tomé otro bocado para
probar. Ugh – definitivamente asqueroso. Salté para escupirlo en el
fregadero. De repente, el olor de pollo y el aceite me parecía asqueroso.
Cogí el plato entero y lo vacié en la basura, entonces abrí las ventanas para
que saliese el olor. Una brisa helada entraba de fuera. Mi piel lo agradeció.
Estaba tremendamente cansada pero no quería volver a la cálida habitación.
Así que abrí más ventanas en la sala de la TV y me tumbé en el sofá que
había debajo de ellas. Volví a ver la película que ya habíamos visto el otro
día y rápidamente me quedé dormida con la canción del principio.
Cuando abrí los ojos, el sol estaba en medio del cielo pero no fue la luz lo
que me despertó. Eran unos gélidos brazos.
Él puso una mano helada en mi frente. Era muy agradable. .¿Cómo te
encuentras hoy?.
Yo lo pensé un momento. Las nauseas habían desaparecido tan rápido
como llegaron y me sentía como cualquier otra mañana. .Bastante normal.
Un poquito hambrienta, solamente.
Me hizo esperar una hora y beber un gran vaso de agua antes de que me
friese unos huevos. Me sentía perfectamente normal solo un poco cansada
por haberme levantado a medianoche. Puso la CNN – habíamos estado tan
fuera de contacto que podría haber estallado la Tercera Guerra Mundial y
no habernos enterado – y me dejé caer sobre sus rodillas.
Me aburrí con las noticias y me giré para besarle. Como aquella mañana,
un agudo dolor golpeó mi estómago cuando me moví. Me separé corriendo
de él con mi mano tapando la boca. Sabía que no podría llegar al baño esta
vez así que fui corriendo al fregadero de la cocina.
Él me sujetó el pelo otra vez.
.Quizás deberíamos volver a Rio a ver al médico. sugirió con
preocupación mientras me enjuagaba la boca.
Negué con la cabeza y me dirigí hacia el pasillo. Los médicos son sinónimo
de agujas. .Estaré mucho mejor después de lavarme los dientes..
Cuando mi boca sabía mejor, busqué en mi maleta el pequeño kit de
primeros auxilios que Alice había empaquetado para mi, lleno de cosas
para humanos como vendas y analgésicos y mi objetivo ahora – Pepto-
Bismol. Quizás podía calmar mi estómago y tranquilizar a Edward.
Pero antes de que encontrase el Pepto, vi algo más que Alice había
guardado para mí. Cogí la pequeña caja azul y la sostuve en mi mano
durante un largo rato, olvidando todo lo demás.
Entonces empecé a echar cuentas en mi cabeza. Una vez. Dos. Otra más.
Un golpe me sobresaltó; la cajita cayó dentro de la maleta.
.¿Estás bien?. preguntó Edward desde la puerta .¿Te encuentras mal otra
vez?.
.Sí y no. dije pero mi voz sonó ahogada.
.Bella, ¿puedo entrar?. Estaba muy preocupado.
.Vaa…vale.
Entró y valoró mi situación, sentada entre el suelo y la maleta, y mi
expresión pálida, mirando a un punto fijo. Él se sentó delante de mí, puso
su mano en mi frente otra vez.
.¿Qué va mal?.
.¿Cuántos días han pasado desde la boda?. susurré.
.Diecisiete. respondió automáticamente .Bella, ¿qué es lo que pasa?.
Yo estaba contando otra vez. Estiré un dedo, avisándole de que esperase y
musité los números para mí. Me había confundido sobre los días antes.
Llevábamos allí más de lo que yo pensaba. Volví a empezar la cuenta de
nuevo.
.¡Bella!. cuchicheó con nerviosismo .Me vas a volver loco.
Intenté tragar. No podía. Así que busqué en la maleta y revolví en ella hasta
dar con la cajita azul de tampones de nuevo. Se la tendí en silencio.
Él se puso frente a mí, confuso. .¿Qué? ¿Estás intentando hacerme creer
que tu enfermedad es el síndrome premenstrual?.
.No,. conseguí dejar de ahogarme. .No, Edward. Estoy intentando decirte
que tengo un retraso de cinco días.
La expresión de su cara no cambió. Era como si yo no hubiese hablado.
.No creo que esto sea una mala digestión.
No respondió. Parecía haberse vuelto una escultura.
.Los sueños,. me susurré a mi misma demasiado bajo.
.Dormir tanto. Los llantos. Toda esa comida. Oh. Oh. Oh.
Edward parecía totalmente frío, como si nunca me pudiese ver más.
Pensando, casi involuntariamente, mi mano volvió a caer hasta mi
estómago.
.Oh. musité de nuevo.
Me tambaleé sobre mis pies, fuera del alcance de las manos inmóviles de
Edward. No me había quitado los pantalones cortos de seda y la camisola
desde que me había despertado. Me deshice de la tela azul y la sostuve
encima de mi estómago.
.Imposible. gemí.
No tenía ninguna experiencia con embarazos ni bebes ni nada de ese
mundo pero no era idiota. Había visto las suficientes películas y
espectáculos de Tv como para saber que no era así cómo funcionaba. Sólo
tenía un retraso de cinco días. Si estaba embarazada, mi cuerpo todavía no
habría registrado el hecho. No podía tener náuseas por la mañana, no podía
haber cambiado mis hábitos alimentarios o de sueño.
Y, definitivamente, no podía tener un pequeño pero definido bulto entre
mis caderas.
Retorcí mi torso y sucesivamente, examiné desde cada ángulo, como si eso
pudiese hacer desaparecer precisamente la correcta pista. Yo pasé mis
dedos sobre el suave bulto, sorprendida por la roca dura que sentía debajo
de mi piel.
.Imposible. repetí porque, bulto o no bulto, periodo o no periodo (y no es
que definitivamente no fuese a haber periodo aunque yo no me había
retrasado ni una sola vez en mi vida), no había manera de que estuviese
embarazada. La única persona con la que yo había tenido sexo era con un
vampiro, podía asegurarlo.
Un vampiro que, por cierto, estaba todavía congelado en el suelo sin dar
muestras de irse a mover otra vez.
Así que tenía que tener otra explicación. Algo que iba mal en mí. Una
extraña enfermedad sudamericana con signos de embarazo, sólo que
acelerados.
Y entonces recordé algo – una mañana de búsqueda en Internet que parecía
que había sido hacía una eternidad. Sentada en el viejo escritorio de mi
cuarto en casa de Charlie con una gris luz pasando débilmente a través de
la ventana, enfrente de mi viejo, destartalado ordenador, leyendo
ávidamente una web llamada .Vampiros A-Z. Había sido menos de 24
horas después de que Jacob Black, hubiese pretendido entretenerme con las
leyendas de Quileute, que él aún no creía y me hubiese dicho que Edward
era un vampiro. Yo había echado un vistazo a las primeras entradas de la
web que estaban dedicadas a los mitos vampíricos a lo largo del mundo. El
filipino Dana, el hebrep Estrie, el romano Varacolaci, el Italiano Stregoni
benefici, la actual leyenda basada en lo que mi nuevo suegro me había
contado de los Volturi, (nada que yo supiera entonces). Yo le había
prestado menos y menos atención a las historias que iban avanzando de
forma imparable. Solamente recordaba muy poco de las últimas entradas.
Ellas parecían como excusas fantasiosas para explicar las grandes tasas de
mortalidad infantil y la infidelidad No cariño, yo no estaba siendo infiel. La
sexy mujer que tú viste desnuda por la casa era un diabólico succubus.
¡Tengo suerte de haber escapado con vida! (por supuesto, con lo que yo
sabía ahora sobre Tanya y sus hermanas, sospeché que alguna de esas
excusas habían sido ciertas). Había una para las mujeres, también. ¿Cómo
puedes acusarme de engañarte – solo porque hayas venido después de dos
años de un viaje en el mar y esté embarazada? Fue un incubus. Él me
hipnotizó con sus mágicos poderes de vampiro...
Había sido parte de la definición de incubus – la habilidad de ser padres de
niños con sus desafortunadas presas.
Yo sacudí mi cabeza, aturdida. Pero…
Pensé en Esme y en, especial, en Rosalie. Vampiras que no podían tener
niños. Si fuese posible, Rosalie ya habría encontrado la manera de hacerlo.
El mito de los incubus era una fábula.
Excepto que… bien, había una diferencia. Por supuesto, Rosalie no podía
concebir un hijo porque ella estaba paralizada en el estado que se pasa de
humano a inhumano. Una total transformación. Y los cuerpos de las
mujeres humanas tenían que cambiar para albergar un bebé. El constante
cambio del ciclo menstrual y luego los grandes cambios necesarios para
que el niño creciese… El cuerpo de Rosalie no podía cambiar.
Pero el mío sí. El mío lo hacía. Toqué el bulto de mi estómago que no
estaba el día anterior.
Un hombre humano – bien, afortunadamente pueden funcionar desde la
adolescencia a la muerte. Yo recordé una cuestión trivial, sacada de quien
sabe dónde: Charlie Chaplin estába en sus setenta cuando fue padre de su
hijo pequeño. Los hombres no tienen que portar bebés ni ciclos de
fertilidad.
Por supuesto, ¿cómo podía alguien saber si los vampiros pueden ser padres
de niños cuando sus parejas no son capaces? ¿Qué vampiro de la tierra
podría tener el control suficiente para probar la teoría con una mujer
mortal? ¿O el deseo?
Podía pensar en una única cosa.
Parte de mi cabeza estaba clasificando hechos, memorias y especulaciones,
mientras que la otra mitad – la que controlaba la habilidad de mover todos
los músculos- estaba muy aturdida como para realizar actividad normal. Yo
no podía mover mis labios para hablar aunque quería preguntarle a Edward
que estaba pasando. Necesitaba volver dónde él estaba sentado, tocarlo,
pero mi cuerpo no obedecía mis instrucciones. Únicamente podía observar
mis asustados ojos en el espejo, mis dedos presionados contra el hinchazón
de mi torso.
Y entonces, como en mi intensa pesadilla de la pasada noche, la escena se
había transformado de forma radical. Todo lo que yo veía en el espejo era
totalmente diferente aunque nada en ese momento era diferente.
Lo que hacía cambiar todo era un pequeño bulto, cubierto por mi mano –
procedente del interior de mi cuerpo.
En el mismo momento, el teléfono de Edward sonó, pidiendo respuesta.
Ninguno nos movimos. Llamó una vez y otra. Yo intenté callarlo mientras
presionaba los dedos en mi estómago, esperando. En el espejo mi expresión
no era muy desconcertada- estaba asombrada en ese momento. Me acababa
de dar cuenta cuando extrañas, silenciosas lágrimas empezaron a deslizarse
por mies mejillas.
El teléfono continuaba sonando. Yo deseé que Edward lo respondiese –
estaba viviendo algo trascendental. Posiblemente, lo más trascendental de
mi vida.
Ring! Ring! Ring!
Finalmente, la irritación pudo con todo lo demás. Me agaché hacia Edwar –
sentí que me movía con más cuidad, cien veces más consciente de cada
emoción que sentía – rebusqué en sus bolsillos hasta que di con el teléfono.
Había medio-esperado que él lo hubiera cogido y respondido pero estaba
perfectamente inmóvil.
Reconocí el numero y pude fácilmente adivinar porque estaba llamando.
.Hola, Alice. dije. Mi voz no era mucho mejor que antes. Me aclaré la
garganta.
.¿Bella? ¿Bella, estás bien?.
.Sí. Um. ¿Está ahí Carlisle?.
.Está. ¿Cuál es el problema?.
.No estoy… un uno por ciento…segura.
.¿Está Edward también bien? Preguntó cautelosa. Ella dijo el nombre de
Carlisle y entonces insistió.
.¿Por qué no coge el teléfono?. dijo antes de que respondiese a la primera
pregunta.
.Bella, ¿qué está pasando? Yo solo vi….
.¿Qué es lo que viste?.
Hubo un silencio. .Te paso a Carlisle. respondió por fín.
Sentí como si me hubiesen inyectado agua helada en mis venas. Si Alice
hubiera tenido una visión de mí con un niño de ojos verdes y cara angelical
en mis brazos me hubiese respondido ¿verdad?
Mientras esperaba a que Carlisle hablase, la visión que había imaginado
para Alice bailó ante mis ojos. Un diminuto y precioso bebé, más hermoso
que el chico de mi sueño – un pequeño Edward en mis brazos. Una oleada
de calor recorrió mis venas, echando al hielo.
.Bella, soy Carlisle. ¿Qué pasa?.
.Yo…. No estaba segura de cómo responder. ¿Se reiría de mis
conclusiones, me diría que estaba loca? ¿Estaba teniendo solo otro bonito
sueño? .Estoy un poco preocupada por Edward… ¿Pueden los vampiros
entrar en shock?.
. ¿Está herido?. la voz de Carlisle era, de repente, apremiante.
.No, no. le aseguré. .Es sólo que ha tenido una sorpresa.
.No entiendo, Bella.
.Yo creo…bueno…yo creo que… quizás… puedo estar…. tomé una
bocanada de aire .Embarazada.
Como si me respondiese, noté otro golpecito en mi abdomen. Mi mano
voló hacia mi estómago.
Después de una pausa prolongada, Carlisle empezó con el procedimiento
médico.
.¿Cuál fue el último día de tu pasado ciclo menstrual?.
.Dieciséis días antes de la boda. Hice la cuenta mentalmente para ser
capaz de responder con certeza.
.¿Cómo te sientes?.
.Rara. le conté con la voz rota. Otro torrente de lágrimas se deslizaba por
mis mejillas. .Va a parecer una locura – sé que es muy pronto para
cualquier cosa de estas. Quizás estoy loca. Pero tengo sueños extraños y
como todo el tiempo y lloro y vomito y….. yo noto algo que se mueve
dentro de mí justo ahora.
La cabeza de Edward se levantó.
Suspiré aliviada.
Edward levantó su mano hacia el teléfono, su cara blanca y dura.
.Um, creo que Edward quiere hablar contigo.
.Pásamelo. Carlisle dijo con voz tensa.
No estaba muy segura de que Edward pudiese hablar pero puse el teléfono
en su mano extendida.
Presionó el teléfono contra su oreja .¿Es posible?. murmuró.
Escuchó durante un rato, de pie sin ninguna expresión.
.¿Y Bella?. preguntó. Su brazo osciló hacia mí mientras hablaba,
poniéndome a su lado.
Escuchó durante un tiempo que se me hizo eterno y entonces dijo .Sí, sí, lo
haré.
Retiró el teléfono de su oreja y presionó el botón de finalizar. Mejor ahora,
marcó un nuevo número.
.¿Qué dice Carlisle?. pregunté impacientemente.
Edward respondió con una voz débil. .Piensa que estás embarazada..
Sus palabras me provocaron un cálido escalofrío en la espalda. El pequeño
golpe latió dentro de mí.
.¿A quién estás llamando ahora?. pregunté cuando se puso el teléfono a la
oreja.
.Al aeropuerto. Volvemos a casa.
Edward estuvo al teléfono durante más de una hora sin respiro. Supuse que
estaba consiguiendo nuestro vuelo a casa pero no podía estar segura porque
él no estaba hablando en inglés. Sonaba como si estuviese discutiendo; él
habló mucho a través de sus dientes.
Mientras discutía, hacía la maleta. Él se movía por la habitación como un
furioso tornado, destruyéndolo todo a su paso. Tiró algunas de mis ropas
sobre la cama sin mirarlas así que acepté que era momento de vestirme.
Continuaba con sus argumentaciones mientras me cambiaba, gesticulando
con repentinos y agitados movimientos.
Cuando no podía soportar la violenta energía que irradiaba, dejé la
habitación silenciosamente. Su frenética conversación me provocaba dolor
de estómago – no como el de la mañana, sólo incomodidad. Esperaría en
algún lugar a que su mal humor pasase. No podía hablar a ese frío y
enfadado que, sinceramente, me daba algo de miedo.
De nuevo, acabé en la cocina. Había una bolsa de galletitas saladas en el
armario. Empecé a masticarlas de forma ausente, frente a la ventana y las
arena, las rocas, los árboles y el océano, todos brillando bajo el sol.
Alguien me golpeo suavemente.
.Lo sé. dije .Yo tampoco quiero irme.
Estuve de pie en la ventana durante un rato pero el golpe no respondió.
.No lo entiendo. susurré .¿Qué es lo malo que hay aquí?.
Absolutamente sorprendente. Desconcertante. Pero, ¿malo?
No
¿Así que por qué Edward estaba tan furioso? Él era el único que había
deseado tanto una boda precipitada.
Intenté pensar alguna razón sobre eso.
Quizás estaba tan confundido que quería ir a casa para que todo fuese bien.
Querría que Carlisle me examinase, estar seguro que mi suposición era
cierta. – aunque no tenía ninguna duda en ese aspecto. Probablemente ellos
querrían resolver porque estaba ya tan embarazada, con el bulto y los
golpecitos y todo lo demás. Eso no era normal.
Una vez que pensé eso, yo estaba segura que lo sabía. Él debía estar
preocupado por el bebé. No me había percatado de esto todavía. Mi cerebro
trabajaba más lento que eso – estaba todavía maravillada por la escena que
había imaginado antes: el pequeño bebe con los ojos de Edward- verdes,
como si siguiesen siendo como cuando era humano- tumbado
amorosamente y precioso en mis brazos. Esperaba que tuviera la cara
exacta de Edward, sin rasgos de la mía.
Era divertido como de repentina e importante esa visión había empezado a
ser. Desde su primer pequeño golpe, el mundo entero se había movido.
Donde antes había una sola cosa sin la que yo no podía vivir, ahora había
dos. No había separación – mi amor no se rompería entre ellos ahora ni
nada como eso. Era más como si mi corazón hubiese crecido, aumentado
dos veces su talla en ese momento. Todos ese nuevo espacio ya estaba
lleno. Este incremento casi me daba vertigo.
Nunca había entendido realmente el dolor y resentimiento de Rosalie antes.
Nunca me había imaginado a mí como madre, nunca quise eso. Había sido
fácil prometer a Edward que no me preocupaba no tener niños por él
porque realmente no quería. Niños, en su sentido abstracto, nunca me
habían llamado. Parecían criaturas ruidosas, siempre empapados de algún
tipo de suciedad. Nunca había tenido mucho que hacer con ellos. Cuando
yo había soñado que Renée me diese un hermano siempre había imaginado
un hermano mayor. Alguien que cuidase de mí y no al revés.
Ese niño, el niño de Edward, era otra historia.
Lo quería como el aire que respiraba. No era una elección- era una
necesidad.
Lo mismo solo tenía una mala imaginación. Lo mismo porqué yo no había
sido capaz de imaginar que estaría casada hasta que ya lo estaba – incapaz
de ver que yo desearía un bebé hasta que éste estuviese en camino.
Cuando puse mi mano en mi estómago, esperando el próximo golpecito, las
lágrimas corrían por mi cara otra vez.
.¿Bella?.
Me volví, cautelosa por el tono de su voz. Era tan frío, tan cuidadoso. Su
cara era como su voz, vacía y dura.
Y entonces vio que estaba llorando.
.¡Bella!. Cruzó la habitación como un rayo y puso sus manos en mi
cara..¿Estás dolida?.
.No, no….
Me puso contra su pecho. .No estés asustada. Estaremos en casa en
dieciséis horas. Estarás bien. Carlisle estará preparado cuando lleguemos.
Nosotros nos encargaremos de esto y tu estarás bien, estarás bien.
.¿Encargaros de esto?¿Qué quieres decir?.
Se apartó y me miro a los ojos .Vamos a sacar esa cosa de ti antes de que
te haga daño. No tengas miedo. No voy a dejar que te haga daño.
.¿Qué cosa?. - jadeé
Miro bruscamente a otro lado, hacia la puerta de entrada.
.¡Por los pelos!. Olvidé que le debía a Gustavo. Me libraré de él y volveré.
Salió como una flecha de la habitación.
Me sujeté fuertemente a la encimera para sostenerme. Mis rodillas estaban
temblando.
Edward había llamado a mi bebé cosa. Dijo que Carlisle me lo sacaría.
.No. gemí.
Había estado equivocada antes. No se preocupaba por el bebé en absoluto.
Quería herirlo. La hermosa imagen en mi cabeza se sacudió fuertemente,
convertida en algo siniestro. Mi precioso bebé llorando, mis débiles brazos
no eran suficientes para protegerlo…
¿Qué podía hacer? ¿Sería capaz de razonar con él?
-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-
.¿Que debía hacer si no podía? ¿Cómo explicaría Alice ese extraño silencio
en el teléfono?
¿Era esto lo que ella había sembrado?. (se refiere a las tentadoras ropas ke
había puesto en el equipaje) .¿Edward y Carlisle asesinando ese pálido
niño perfecto antes de que pudiera vivir?..
. No., gemí de nuevo, con voz más fuerte, eso no podía ser, yo no lo
permitiría .
Escuche a Edward hablando, portugués de nuevo. Argumentando otra vez.
Su voz se acerco, y escuche su exasperación, luego escuche otra voz, baja y
tímida. La voz de una mujer.
Él entro en la cocina, por delante de ella, y fue derecho hacía mí. limpio
mis lagrimas desde mis mejillas y murmuro en mi oído su liviano
pensamiento, con la línea de su boca rígida.
. ella insiste en dejar la comida que trajo, - hizo la cena para nosotros.. Si
él hubiera sido menos tenso, menos furioso, yo sabia que habían cambiado
sus ojos. .es una excusa – Ella quiere asegurarse de que no te he matado
aún.. Su voz fue fría al final.
Kaure dio nerviosamente la vuelta en la esquina con el plato en sus manos.
Desee poder hablar portugués, o que mi español fuera menos rudimentario,
así podría intentar dar las gracias a esa mujer quien había osado a la ira de
un vampiro, solo para comprobar mi persona.
Sus ojos se fijaron entre nosotros dos. Vi su medición en el color de mi
cara, la humedad en mis ojos, con algo de brillo materno que no entendía,
ella puso el plato en la encimera.
A Edward algo se le quebró en él; Yo nunca le había escuchado antes.
Se volvió a ir, y los giros de movimiento de su larga falda dejaron el olor
de la comida en mi cara. Era tan fuerte –cebollas y pescado. Les di una
mascada y los vomite por el fregadero. Sentí las manos de Edward en mi
frente y cabeza, su suave aliento a través del gruñido en mis oídos. Sus
manos desaparecieron por un segundo, y escuche el cierre del refrigerador.
Misericordiosamente, el olor desapareció con el sonido, y las manos de
Edward estaban enfriando mi húmeda cara de nuevo. Era siempre rápido.
Enjuague mi boca en el llave mientras acariciaba los lados de mi cara.
Eso era una pequeña tentativa para impulsarlo a mi vientre.
Estás bien. Nosotros estamos bien, pensé había el bulto.
Edward se envolvió en torno a mí, tirando de mí en sus brazos. Recosté mi
cara en su hombro, mis manos instintivamente, se juntaron en mi estomago.
Escuche un pequeño Oh y lo busqué.
La mujer aún estaba ahí, dudando en el umbral con sus manos medias
extendidas y estaba mirando por algún tipo de ayuda. Sus ojos se
bloquearon en mi manos, saltones con la gran conmoción, su boca abierta
de par en par.
Luego Edward dijo oh ,también, y de repente le hizo frente a la cara de la
mujer, empujando ligeramente detrás de mi su cuerpo. Sus brazos se
envolvieron en mi torso, como celebrando en mi espalda.
De repente, Kaure grito en voz alta – furiosamente, con sus intendibles ( se
refiere a ke no se le entendía) palabras que cruzaron la habitación como
cuchillos. Planto su diminuto puño en el aire y dio dos pasos hacia
nosotros, agitándole a él. A pesar de su ferocidad, era fácil ver el terror en
sus ojos.
Edward se intensifico hacia ella, también, y me agarre a su brazo, asustada
por la mujer.
Pero cuando el interrumpió su invectiva, su voz me tomo por sorpresa,
sobre todo tomando en cuenta la forma brusca que había sido ella cuando
no estaba gritándole a él. Yo estaba fuera de la realidad ahora, estaba
escrito. No solo que, pero el sonido era diferente, mas gutural (no se ke es ,
me pillo) la peor había pasado. No pensé que estaba hablando portugués ya.
Por un momento, la mujer fijo su vista en él maravillada, y luego sus ojos
se redujeron ya que estaba desconcertada en la tela de juicio de la misma
lengua exótica.
Observe como aumentaba en su cara la tristeza y seriedad, y una vez que
asintió. Ella dio rápido paso hacia atrás y salió.
El debe de haber escuchado, insinuándome y descansando sus manos
contra mis mejillas.
Ella respondió airadamente una vez más, agitando sus manos acusadoras
hacia él, y luego insinuándole a él. Cuando ella termino, El defendió de
nuevo con el mismo tono, la voz de urgencia.
Su expresión cambio - ella se fijo en él con dudas en el plano de su cara
mientras hablaba, sus ojos en repetidas ocasiones destellaron en mi confusa
cara. Él dejo de hablar, y ella parecía estar deliberando algo. Ella daba un
paso hacia atrás y adelante entre nosotros dos, y luego, al parecer
inconscientemente, dio un paso adelante.
Ella hizo un movimiento con sus manos, haciendo una forma como un
globo sobresaliendo fuera de su estomago. Fije la mirada - ¿Hacían sus
leyendas del depredador bebedor de sangre incluir esto? ¿Podría
posiblemente saber algo acerca de lo que estaba creciendo dentro de mí?
Ella camino unos pasos adelante deliberadamente y esta vez hizo unas
breves preguntas, que él respondió tenso. Luego él se convirtió en el autor
de la pregunta- de una rápida consulta.
Ella dudo y sacudió lentamente la cabeza. Cuando él hablo de nuevo, su
voz era tan agonizante que lo mire en estado de shock. Su cara estaba
dibujada con dolor.
En respuesta, ella camino lentamente hacia adelante hasta que estuvo
suficientemente cerca para colocar su pequeña mano en mi parte superior,
siempre en mi estomago. Ella dijo una sola palabra en portugués.
.Morte”, ella suspiro en silencio. Luego se volvió, sus hombros doblados
como si la conversación tenia edades comprendidas para ella, y abandono
la sala.
YO sabia suficiente español para una sola palabra.
Edward se inmovilizo de nuevo, deteniéndose después con la expresión de
tortura fija en su rostro. Unos momentos después, escuche el motor del
barco volviendo a vivir y luego desvanecerse en la distancia.
Edward no se movió hasta que me dirigí hacia el baño. Luego su mano
atrapo mi hombro.
.¿Dónde vas? . Su voz era un susurro de dolor.
.A mi cepillarme los dientes de nuevo..
.No te preocupes sobre lo que ella dijo, son leyendas pero no son nada,
antiguas mentiras para el buen entretenimiento..
.No entendí nada.. Le dije a él, pensé que no era del todo cierto. Como si
pudiera descontar algo por que se trataba de una leyenda. Mi vida estaba
rodeada de leyendas por todos lados. Todas ellas eran verdaderas.
.Guarde tu cepillo de dientes.. Voy a buscarlo para ti.
El se alejo de mí hacia la habitación.
.¿Nos vamos luego?. Me llamo después de el.
.Tan pronto como hay terminado.
El esperó que terminara de lavarme los dientes para volver a guardarlo, con
un ritmo silencioso alrededor del dormitorio. Se lo entregue cuando hube
terminado.
.llevare los bolsos hacia el bote..
.Edward-.
Él se volvió hacia atrás. .¿si?
Dudé, intentando pensar en un cierta forma de obtener unos pocos
segundos en solitario. .¿Podrías tu…. Guardar algo de comida? Tu sabes,
en caso de que me de hambre de nuevo.
.Por supuesto. dijo, sus ojos de repente se volvieron suaves. .No te
preocupes de nada. Iremos donde Carlisle en unas horas, de verdad.
Tenemos que hacerlo lo más pronto.
Asentí, no confiando en mi voz.
Dio la vuelta y abandono la habitación, con una gran maleta en cada mano.
Me relaje y saque el teléfono que el había dejado en la encimera. Era muy
raro en él olvidar las cosas- Olvidar que Gustavo estaba llegando, A salir
sin su teléfono y estar mintiendo aquí. Él estaba tan estresado, era apenas el
mismo.
Volví de mis pensamientos y busque los números programados. Me
alegraba de que hubiera apagado el sonido, por el miedo a que me
descubriera. ¿Estaría ahora en el barco? ¿ o ya estaba regresando? ¿Me
escucharía susurrando desde la cocina?
Busque el numero que quería, uno al que nunca antes había llamado en mi
vida. Presione el botón .enviar. y cruce mis dedos.
- Hola? – su voz sonó como campanas de viento al atender.
- Rosalie? – susurré – Soy Bella. Por favor. Tienes que ayudarme
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